lunes, 14 de abril de 2008

Esos días. Esos días. Que se repiten, que duran más de un día, se prolongan y el tiempo es gris y elástico; todo huele como azufrado, como a pólvora y las pisadas se sienten como sobre charcos, como sobre cemento mojado y sucio.

Ves el sol? está de luto. Nunca he creído en el alma. Y lo único que he sentido que se pudiese parecer a tal cosa es un vacío. Un vacío que te llena. Son esos días de Martí, en que te enteras de que todavía estás aquí porque te duele, te lastima y lo agradeces: respiras, persistes, no sabes cómo ni por qué, pero en el abismo, agradeces que se hunda más la pena en tus huesos. La angustia te ahoga, te ahoga, te toma por la garganta, te llena el pecho. Sí, eres el único surco, el dolor es la semilla y todas caen en ti.

Es así como te sientes más o menos y crees que no tiene vuelta. Es así como he estado y como estoy todavía por ratos, por días, por momentos largos. Pero tiene vuelta. Te recuperas. Vivir es posible. Vivir es deseable. Se aprende de nuevo que la amargura no es el único tono de la vida.

Se aprende. Se comprende. Se entiende. De eso se trata. Qué crees?

martes, 1 de abril de 2008

no somos únicos... a pesar de que si

Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas, mordiendo solo todas las tristezas, como si el llanto fuera una semilla y yo el único surco de la tierra.

PABLO NERUDA


No. no soy el único surco de la tierra. Solo uno más. Borges dijo que todos los hombres somos uno solo. Resumimos todo el dolor, toda la alegría, toda la paz, toda la pena... es la sensación de unicidad, la coonciencia del término de nuestra existencia.

Lo confuso es el conflcto interior entre nuestra ética, lo que deseamos, lo que nos aterra, lo que nos resta impulso, empuje y voluntad para actuar conforme creemos que debemos actuar. Llegado a un punto del malestar ya no quedan fuerzas ni para desear ni para acometer. Solo un letargo triste, una soledad sin contemplaciones unas ganas de arrancarnos de cuajo el corazón y ponerlo debajo de un zapato.

Es el orificio de la nada, que te ocupa por dentro, te socava, te va dejando hueco y quebradizo.


Magnificas tus miserias, exaltas tus falencias y tus culpas. El balance es desigual: es tu enfermedad, la bipolaridad que te cobra las manías y hunde el dedo en la llaga del dolor, de la depresión, humeante, sensible hasta para la brisa, quedándote como lo único que te testimonia que existes. Hasta que no puedes más. Hasta que no hay esperanza. Y entonces el final, apagarte, dejarte ir, ya no asirte a nadad, "ahí te quedas" le gritas al mundo. Y sabes que al mundo no le importa, pero ya a ti tampoco.

lunes, 31 de marzo de 2008

Poner orden

Poner orden a lo que siento, pienso, deseo.

Leo en Vieta que usualmente, un bipolar cree que lo que siente es consecuencia de lo que piensa, mientras que es lo contrario: Piensa de tal manera porque siente de tal manera.

La comprensión de porqué se siente o se percibe de tal manera es lo que me planteo como reto, como cuestión

Vencer la apatía, el desánimo, el temor de confrontarme conmigo mismo como un objeto de conocimiento. No es falta de confianza en mi capacidad de comprender, perturbadas como pueden estar mi razón y mi percepción por la enfermedad. Se trata m´s bién de desánimo, de sentido de para qué, de sinsentido. No osbstante intuyo que tambien hay temor, un temor difuso

Me propongo construir un paradigma, una metodología que me permita examinarme sin dejar de dar constancia de las emociones y sensaciones perturbadas…

A dónde me llevará esto? En la peor de las hipótesis a mayor confusión. En la mejor de ellas a un mejor conocimiento y dominio sobre mi estado.

No supone, lo que pretendo abordar, la eliminación de la medicación. Antes bien, espero que me sirva para estar en condiciones de retomar la terapia y completar la medicación, sin la que creo no hay curación. (Curaciòn? No. Estabilidad. No creo, tampoco, que haya curaciòn)

Puesto que la enfermedad a menudo empieza durante la juventud, la actitud más habitual del afectado es no que- rer saber nada de ella y hacer como si no hubiera pasado nada, desatender el tratamiento y no prevenir futuros episo- dios. Esto es comprensible, pero tiene graves consecuencias. Muchos pacientes han aprendido a medicarse correctamente a base de ingresos y disgustos por dejar la medicación. Muchas veces, los padres, la pareja o los amigos intentan que el paciente se de cuenta de la necesidad de afrontar su pro- blema, pero éste no está todavía preparado para asumir su enfermedad y, en el fondo, teme ser incapaz de vencer este obstáculo inesperado que la vida le ha impuesto

Como veremos, a partir del momento en que uno decide tomar el mando de su propia vida, asumiendo sin miedos las limitaciones que ésta le impone, y acepta con sere- nidad, desde su libertad y responsabilidad, hacer lo que sea necesario para que no sea la enfermedad la que lo lleve como un caballo desbocado quien sabe dónde, ya se ha dado el paso más importante y difícil para gozar de una buena salud mental.